sábado, 22 de enero de 2011

4 - Noche agitada


El Parque Lineal es un largo paseo paralelo al río lleno de grandes chopos y arbustos en el estilo de esos parques urbanos que pretenden dar el pego de ser espacios naturales pero en los todo el mundo adivina la mano del hombre detrás de cada seto. De día se llena de jubilados y mamás con nenes que se entretienen paseando, echando pan a los patos o haciendo todo ese montón de cosas aburridas a las que se dedican  esos sectores de la sociedad, pero por la noche, como suele ocurrir con los lugares oscuros y un poco apartados de cualquier casco urbano, se llena de tíos que se esconden entre las matas esperando para hacer o que les hagan, una mamada o lo que el desconocido de turno se ofrezca a realizar: en pocas palabras, sexo anónimo y sin las complicaciones que acarrea el saber el nombre y apellidos de aquel con quien estás follando...
...y vale, no solo eso, también es una zona en la que esa gente extraña a la que le gusta echar a correr sin ir a ningún lado frecuenta para hacer eso, correr sin fundamento, de ahí que era temprano para decidir si Alejandro acudía allí para practicar footing,cruising o puede que alguna nueva variante a caballo entre las dos digamos fucking-running. Por lo general cuando acudo a pillar cacho por aquí me decanto por el estilo chupa-cuero-y-gafa-oscura porque en la penumbra, con la melena y los tacones, los chicos se confunden y huyen despavoridos cuando me acerco a agarrarles el paquete pensando igual que soy alguna confundida o es que no les va nada mi rollo dominatrix, no lo sé, pero entre mis sueños no realizados se encuentra aparecer por allí enfundado en unas mallas rosas que llevan un corazón en la pechera dibujado con lentejuelas, unos calentadores y la coleta anudada en la coronilla con ese aire tan entrañable de Olivia N-J en la película Grease...en el fondo creo que mi alter-ego siempre se ha sentido un poco Sandy...
...sin embargo por el momento y hasta que supiese de que pie cojeaba el Ale, me parecía preferible no destapar mi identidad secreta así a lo loco, por lo cual me decanté con un viejo chandal gris del instituto, un chubasquero para protegerme de la niebla que poco a poco abrazaba la ciudad y una gorra de visera. Con este poco estimulante aspecto ( "a ver si te has pasado de anodino y el Ale al verte aparecer se esconde detrás de algún chopo" susurró mi otro yo "¿no estarás negándole una oportunidad al amor?" ) y ninguna gana de hacer ejercicio me encaminé al lugar de la cita, arrastrando los pies y mascullando maldiciones contra mi mismo por no haber declinado la invitación gracias a lo cual estaría en ese momento meneando el culo en el Bora-Bora y no atravesando la ciudad en aquella noche tan húmeda y fría.
Pero, ¡ah!, cuando llegué a la fuente donde debíamos encontrarnos y vi a Alejandro, mi negatividad se esfumó: el muy atrevido se había calzado unas mallas ajustadas hasta medio muslo de un tono gris claro gracias al cual se podía apreciar la exuberancia de su paquete, un impermeable cortito que permitía apreciar a la perfección su culo de infarto y sobre todo el conjunto, sus ojos verdes extra-planetarios iluminando la noche.
- Vaya, has venido, que genial. Pensé que a última hora te ibas a desanimar y no ibas a aparecer.
- No quiero ponerme a malas con el jefe, que está la cosa muy chunga -respondí con una sonrisa que esperaba reflejase la mezcla de emoción, lujuria y concupiscencia que en ese momento me corría por las venas-. Si hay que pegarse una carrerita, pues viene uno y se la pega.
Me resultaba adorable como reía con mis gansadas porque parecía encontrarme de verdad divertido. Rio con ganas mi comentario y contestó:
- Aquí vamos a olvidarnos del trabajo, ¿vale? Vamos a disfrutar del asunto.
Al mencionar los términos "disfrutar" y "asunto" dentro de una misma frase mi mente perversa le imaginó al momento entre los arbustos a cuatro patas, con las preciosas mallitas enroscadas en los tobillos y conmigo detrás dándole para el pelo. Me costó un esfuerzo sobrehumano sacar de mi visión las imágenes obscenas que venían a continuación para responder en el tono más inocente que pude encontrar:
- Vale. Disfrutémoslo a tope.
- Pues bueno, yo voy corriendo lo que es hasta el final del parque, allí cruzo el puente y vengo hasta aquí por el otro lado del río. Si estoy muy a tope igual hago el circuito dos veces pero eso es lo máximo, ¿eh?, no me metas más caña porque no te la voy a aguantar.
"Hasta el final y volver". 
Jesús.
Eso venían a ser por lo menos ocho kilómetros de trote, distancia que yo llevaba años sin recorrer ni siquiera montado en un taxi. Pero ¿qué iba a decirle? ¿que solo troto del dormitorio al baño cuando me siento especialmente apurado?...por supuesto que no, sonreí con suficiencia y le contesté en plan machote:
- Vale, sin presiones. Hemos dicho que vamos a disfrutar del asunto, ¿no?
Ale rió aliviado como si de verdad pensase que yo una vez que ponía el interruptor en posición "correr" entraba en modo continuo estilo hamster en su rueda y pudiera seguir así durante horas.
- Estupendo. Pues venga, dale. Yo te sigo.
"Yo te sigo". Decirme a mi eso es como decirle "yo te sigo" a un conejo que encuentras muerto atropellado en la carretera. Esbocé una sonrisa que espero tuviese el aire ese de atleta olímpico a punto de batir su marca personal y propuse:
- Antes habrá que estirar un poco, no vayamos a lesionarnos. Yo es que sin mis estiramientos no soy yo, de veras.
Mi jefe seguía encontrándome divertido al parecer pero hizo un gesto con el pulgar hacia arriba como diciendo "tu mandas" y se me puso con el trasero en pompa a intentar tocarse los pies con la punta de los dedos. Cielos. La pequeña comadreja traicionera que habita el interior de mis calzoncillos malinterpretó una vez más las señales y empezó a estirarse tratando de adquirir la complexión adecuada para un mete-saca en  condiciones, lo cual me hizo resoplar azorado y exclamar:
- ¡Bah, dejémoslo, es que se me van los pies! Calentamos mejor con un trote suave y luego apretamos, ¿qué te parece?
- Puesss estupendo, claro.-contestó confundido-. Vamos entonces.
Arrancamos al trote en medio de una niebla cada vez más densa y, mientras yo me concentraba en intentar que mi respiración no sonase como la de un gorrino sin aliento, el jefe empezó a rajar.
-...quería decirte que de verdad me alegro que no tomaras en cuenta la actitud de Elizabeth durante el almuerzo y hayas aceptado venir a correr conmigo. Como te dije ella tiene siempre se comporta así, como a la defensiva, y creo que muchas veces no sabe ni lo que dice...- a pesar de que empezaba a faltarme el resuello y mi organismo entero chirriaba como un viejo barco a punto del hundimiento, pensé que la conducta de su mujer era todo menos "defensiva", pero incluso al comienzo de un colapso cardio-respiratorio sabía lo que debía y no debía decir para quedar como un señor, y me limité a mostrar los dientes mientras Ale continuaba-...ella y yo no estamos atravesando un buen momento, ¿sabes?...hicimos un matrimonio de conveniencia interesante para ambas partes y aunque creo que ella sabía todo lo que necesitaba saber de mi al casarnos, ahora siento que está...frustrada, y un poco irritada con la situación...no sé si entiendes lo que te quiero decir...-lo que desde luego no entendía era como cojones podía Alejandro largar tanto sin perder ritmo ni velocidad. Debió interpretar un gruñido mío como un "por supuesto" porque siguió-...la verdad es que a veces uno acaba cansado y con ganas de mandarlo todo a paseo, es una vida frustrante para ella y para mi, y no quiero que terminemos odiándonos el uno al otro por todo el tiempo malgastado. Ahora ella está planteándose ser madre y no sé si eso es algo que quiero, el ser padre quiero decir, con todo lo que conlleva...es una forma de vincularme a ella para siempre y mi sentimiento ahora es precisamente de todo lo contrario. El trabajo en la oficina es estresante, llego a casa agotado y lo que necesito es alguien especial, alguien con quien hacer el amor lentamente y con quien dormirme abrazado...¿me entiendes?...
No sé si tanta pregunta acerca del "¿me entiendes?" era para asegurarse de que le estaba de verdad entendiendo o si mi gesto de persona con apuros cardio-vasculares hacía sospechar que no me encontraba en absoluto concentrado en lo que me estaba diciendo. Bien, lo cierto es que le entendía, pero cierto era también que no estaba en absoluto analizando la información que estaba recibiendo, nada más...quería sentarme...
- ...escucha -logré decir al fin deteniéndome en medio de ninguna parte pero sonando como una olla a presión con la válvula descacharrada-...tengo una chinita en la zapatilla que me está matando...sigue tú que me descalzo, me deshago de ella y en un momento te alcanzo, ¿vale?
-...oh...bueno, como quieras...no me importa esperar, de verdad...
- ...he dicho "sigue tú", no sé en qué parte del "siguetú" te has perdido -siseé yo pero creo que en realidad era mi personalidad de super-girl quien estaba hablando-. Tira p'alante, joer.
Me dedicó una sonrisa nerviosa y siguió con lo que para él era un trote suave pero para mi forma física resultaba el equivalente a la final de una prueba de 500 metros vallas. Nada más perderle de vista me arrojé al suelo y estuve un rato jadeando y lamentándome como un niño pequeño, agarrándome la barriga y pensando qué podía idear para darle esquinazo e irme a mi casa, porque tan mal estaba que ni siquiera sentía ganas de irme al Bora-bora a olvidar las penas.
Y sí, tan concentrado estaba que no vi a Luke salir de la niebla hasta que no le tuve encima, contemplándome con su rostro en penumbra en el que apenas distinguía el atisbo de una sonrisa.
- ¡Jod-jod-jod-joder, Luke!...¿que cojones haces aquí?
- Que tal, Chewbacca...he olfateado tu rastro hasta dar contigo, ¿qué te parece?
Quiso hacer que sonara divertido pero en mi postura, despanzurrado en el suelo, sin aliento y con las piernas inmovilizadas con terribles calambres, me resultó más bien inquietante...
- lulululuke skywalker, en mi situación actual podría haber muerto aquí mismo de un paparrús apareciendo así como si nada en mitad de la niebla...en serio, ¿como has dado conmigo?
-...bueno, digamos que fue una coincidencia. A veces voy a pillar al Bora, pero otras vengo aquí a ver qué se cuece...-por un momento sonó casi normal, luego recuperó esa voz ronca y seductora y continuó-...venga, quería verte otra vez. No estabas en el bar, y pensé que con suerte podría encontrarte por aquí. Ya sabes que en una ciudad como esta nuestro mundo es un mundo pequeño, y terminamos por vernos todos en los mismos sitios...
-...y porqué no te había visto yo nunca por ningún lado, Skywalker?
- Salgo poco. Pero vaya, ahora que te he encontrado, se me han quitado las ganas de conversación...
Luke se echó mano a la bragueta de sus vaqueros viejos y ajustados, y comenzó a darse un magreo de infarto a la escopeta en tanto que la comadreja antes mencionada, ajena a los apuros respiratorios de su dueño, comenzó a montar una pequeña tienda de campaña en los pantalones de mi chandal cual boy-scout bien preparado.
- Hum, menos mal que hay alguien que se alegra de verme -comentó Luke sonando como si estuviera sonriendo-.
- Venga, Luke, "esta" -y señalé el camping organizado en mi entrepierna- se alegra de ver a todo lo que tenga mango...
-...cazos y sartenes excluidos, supongo...
-...ah, diablo de chico, estás consiguiendo que me relaje...
- Pues quizás debas relajarte un poco más...Toma un poco de "esta" otra...
Y con un rápido gesto metió la mano en su pantalón y sacó...en fin, sacó lo que solo puedo definir como la reina de las pollas, una hermosura convenientemente larga pero no en exceso, con un grosor perfecto, un capullo precioso y vaya, todo lo que uno se le puede imaginar a una polla para empezar a salivar como el coyote a la vista del trasero del correcaminos. Abrí las fauces cual mezzosoprano a punto de dar el do de pecho de su vida pero Luke meneó el culo haciendo que su preciosa polla dijese "no-no-no".
- Venga, Chewbacca, aquí en medio del camino nos va a pillar tu jefe en plena faena. Vamos a la espesura.
Ni por un momento reparé en como podría saber Luke que Ale era mi jefe, podría haberme cantado mi talla de calzoncillos y mi número de la seguridad social que no me hubiera dado cuenta, solo estaba pensando en sexo, sexo y más sexo, Super Girl había tomado las riendas y yo había dejado de pensar en nada...

Aludidos ilustres:

domingo, 16 de enero de 2011

3 - Chicas en pie de guerra



El almuerzo era a las 14:00, lo cual me obligó a plantar a los dos memos que hacen el papel de "amigos hetero" para proteger a la perfección mi identidad supersecreta, Gomez y Gonzalez . Esos nombres me propiciarían ahora todo tipo de bromas calientes sobre Go-Go Boys si no fuesen ellos los tipos rechonchos y vulgares que son, que hasta me hacen olvidar el primer principio de "todo hombre es follable mientras no se demuestre lo contrario" que mi alter-ego sostiene como brújula y timón de sus andanzas.
- ¿Que vas a comer con el jefe? -exclamó Gomez ( o quizás Gonzalez, porque a veces les confundo )-¡ha-ha-ha, te estas volviendo un chupapollas, amiguito!
"Si tu supieras" pienso mientras practico mi gesto de tipo atribulado por sus arrolladoras personalidades.
- ¿Y con el pibón de su señora? -cacareó el otro componiendo patéticos aspavientos de asombro- ¡Joooeeeer! ¡Menudas tetazas tiene la australiana! Yo metía el morro ahí y brl-brl-brl-brl...
Gonzalez hinchaba los papos mientras hacía este sonido sacudiendo la cabeza a un lado y a otro mientras Gomez se tiraba literalmente por los suelos de la risa con el gracejo de su compañero. Yo por mi parte sonreí como la damisela victoriana que sé sacar de mi si hace falta y repuse:
- Ooh, no sé, tengo miedo... ¿Y si me quiere dar el finiquito?
Gomez me dio una colleja que apunté mentalmente devolverle de algún modo para decirme:
- Venga, capullo, serías el primer pelamanillas de la historia al que invitan a comer con la mujer del jefe presente para ponerle en la puta calle. Será por otra cosa...
- ¡Igual quiere proponerle un menage a trois! -exclamó Gonzalez, y los dos estuvieron partiéndose el culo un rato sin que la risa les dejara articular palabra-.
- Bien, luego os lo cuento -contesté al fin suspirando- Solo era para que supieseis que no teníais que esperarme para comer.
- Oh, tranquilo, tranquilo, yo creo que ni siquiera te íbamos a echar en falta. El otro día estábamos comiéndonos el flan y solo entonces nos dimos cuenta de que no habías aparecido.
Les dejé descacharrándose sin molestarme en responder también a aquella grosería, y bajé presuroso al "Eat and Run", el sofisticado restaurante de cocina rápida new-age en el que había quedado con Ale y su señora. Seguía diluviando y gracias a eso, a pesar de llegar calado, creí arrancar de mi organismo las últimas moléculas del "eau-furet-sanglier". Sin embargo al ver la cara que compuso la señora de mi jefe al verme de pie junto a su mesa, tuve que olfatearme con discreción la axila para ver si había algún aroma más indeseable que yo había pasado por alto pero que era muy evidente para la rubiaza.
- Ah, querida, es una sorpresa -le explicó Ale como si yo acabase de salir de un huevo gigante en taparrabos y con un par de orejas de conejo en la cabeza-. He invitado a este compañero de trabajo a comer con nosotros porque de verdad me apetecía que tuvieras ocasión de conocerle...
La rubia le miró con unos ojos que decían "ya-hablaremos-tu-y-yo-en-casa", luego me contempló de arriba a abajo sonriendo de un modo que solo puedo definir como canino y por fin dijo:
- Que mono. Siéntese, por favor.
Pensé en pretextar una diarrea explosiva y salir pitando de allí pero Ale se puso en pie, con sus ojos verdes chispeantes y el cabello castaño revuelto por el aire, la sonrisa esa que termina con mi ropa interior hecha un charco a mis pies y repitió:
- Sí, siéntate. Todavía no hemos pedido nada.
Hizo ese gesto con el dedo que acostumbra a hacer la gente poderosa y que todos los camareros del mundo entienden y al momento tenía allí a un rubio musculitos con unos pantalones negros demasiado ajustados y una camisa blanca a punto de reventar colocándome un plato y un par de cubiertos. De pronto mi mirada se cruzó con la del cachas, él me contempló un segundo y entonces ¡zas!, los dos recordamos...
"pensé que te iba a follar yo a ti" dice el infeliz mientras se baja los vaqueros y pone el culo perfecto en pompa, yo chasqueo con la lengua "pensabas, pensabas, tsk-tsk-tsk no hay que pensar tanto,monín", miro a un lado y otro del callejón junto al Bora-Bora a donde llevo a mis conquistas y me arremango el vestido hasta la sobaquera con ese desparpajo mío de girl-with-very-much-world, luego me saco el cacharro que arranca un gritito de pánico al rubito "es demasiado gorda, no cabrá" me dice el muy lelo y tengo que asegurarle "vaya si cabrá, tu no la conoces cuando se pone cabezona" y me carcajeo un poco de mi elegante juego de palabras antes de colocarla en el punto P, la echo un escupitajillo por aquello de la lubricación y ¡HALA!
- ¿Agua o vino? -jadeó al parecer próximo a un desvanecimiento-.
"Agua" dijimos a la vez Alejandro y yo y tuvimos que sonreirnos mutuamente por la coincidencia. Entretanto Elizabeth miraba con los ojos como dos huevos atónita, siguiendo el intercambio de dilatación pupilar y movimientos de cejas entre el camarero y yo hasta el punto que su sensibilidad femenina debió zumbar avisándole de que había mucha agua corriendo bajo aquel puente. Yo también empezaba a encontrar la reunión demasiado intensa y mi sentido cat-woman, similar al sentido"spider" del hombre-araña, zumbaba sin cesar avisándome del peligro, pero ¿qué iba a hacer? Pues fingir que no conocía al camarero, fingir además que no era consciente del escrutinio de la australiana e intentar disimular lo cachondo que me ponía el pequeño vértice de vello que asomaba por el cuello de la camisa de Alejandro.
- Ya se sabe el dicho -aventuré intentando romper el hielo-: "si tienes que trabajar, no te debes embotijar", ha-ha-ha.
Ale rió mi ocurrencia pero Elizabeth permaneció impertérrita con la mirada puesta en algún punto lejano de la bóveda celeste durante unos segundos interminables.
- Con el agua tomaré la" microburguer de avestruz con caramelo de pepinillo" -continué tratando de demostrar con mi desparpajo que no me iba a dejar intimidar por una fulana de campanillas como aquella- ¿no es asombroso lo que hacen? ¡caramelo de pepinillo! ¿habrá que chupar el pepinillo como un pirulí?
En ese momento Elizabeth ( a mi izquierda ) enfocó la mirada en Ale ( a mi derecha ) y de esta desconcertante forma soltó:
- ¿Conoce usted al camarero? Me ha parecido...azorado, no sé.
Tardé un instante en comprender que no se dirigía a su esposo con modales medievales sino que estaba hablando conmigo. Por suerte yo no estaba chupando nada en ese momento porque de haber sido así hubiera muerto ahogado entre horribles convulsiones. Metí la nariz en la carta y no quise ver la cara de ninguno de los dos mientras graznaba cual grajo atrapado en lazo:
-Hum, no sé, yo no he notado nada... ¿Y que me dicen de esto? "Fantasía de salchicha en lecho de ketchup con almohadilla de mostaza" Qué comodidades, quien fuera salchicha, ha-ha-ha.
- Mírele, casi atropella a otro camarero yendo a por el agua -insistió la mujer del jefe siguiendo sin mirarme- Tiene que conocerle de algo y no puede recordarlo ahora, haga memoria.
- Querida, ni siquiera te le he presentado aún -medió Ale un poco incómodo- Te ha dicho que no le conoce, así que ¿porque no pensamos que pedimos? Dijiste que tenías mucha prisa.
- Sí, tengo clase de body-combat apenas salga de aquí, no tomaré más que agua...-ahora fijó en mi unos aterradores ojos azules para preguntar- ¿Lo ha probado alguna vez? No es tan relajante como golpearle a alguien pero aún así, libera muchísima tensión...
- Querida, has dicho "golpearle a alguien" -le corrigió Ale con una risita nerviosa-...
Ella me sonrió como sin duda le habían enseñado a hacer los cocodrilos australianos y repuso:
- Seguro que sabrá perdonarme, todavía me hago un lío a veces con el idioma...
En ese momento llegó el rubito cachas sujetando la botella de agua en una bandeja como si trajese la cabeza de san Juan Bautista y en vez de cumplir con sus obligaciones, cacareó en tono de gallinita asustada:
- ¿No nos conocemos?
"Vaya si nos conocemos" gruñó mi identidad secreta "te estuve zumbando el trasero hasta tal punto que no me extraña que recuerdes mi rostro todavía, de hecho debiste recordarlo cada vez que posaste el culo en algún sitio durante unos cuantos días después", tuve que morderme la lengua para reprimirla y susurrar en su lugar un discreto:
-...hum...lo dudo, no conozco apenas gente en la ciudad...
- ¿Es usted recién llegado? -inquirió la australiana-.
- No. Salgo poco, eso es todo.
- Mmm, un hombre tímido. Ya ha visto usted, el señor ha dicho que no le conoce. ¿Quiere seguir insistiendo o va a preguntarnos que comemos?
- Eso -bufé algo acalorado ya- Yo tomaré el pirulí de salchicha. Digo la fantasía de pepinillo. Ay que cabeza...
- Me parece usted pero a la vez era distinto -insistió el jodido rubito.,
- Que interesante -opinó Elizabeth- ¿Y en qué sentido era él diferente?
- No sé...Creo que llevaba peluca...
Le mujer del jefe se largó una carcajada que la mismísima Joan Crawford hubiera envidiado y se puso en pie de un tirón.
- Esto está resultando apasionante pero tengo que irme a repartir puñetazos. Alejandro, te dejo con este señor. Entre lo de la peluca y su afición a la salchicha creo que tendréis muchos puntos en común. No era esta la clase de amigos que esperaba me presentaras en la empresa pero en fin...-se volvió hacia mi con su dentuna sonrisa y concluyó-...encantada de conocerle. Vaya un día a cenar a casa, nos divertiremos. ¡Y no olvide su peluca, ha-ha-ha!
Elizabeth se marchó dejando con su marcha un silencio absoluto entre el rubito, Ale y yo. Así que conté mentalmente hasta diez y me levanté yo también anunciando:
- Se me ha hecho tarde a mi también. Gracias por la invitación, pero tengo que volver al trabajo. Hasta luego.
- ¡Espera, hombre! -exclamó Alejandro- Tienes que perdonar a mi mujer, sus modales australianos son un poco agresivos para nosotros...la verdad también se está haciendo tarde para mi, pero escucha, ¿porqué no quedamos esta noche para ir a correr?
Si me hubiese propuesto un viaje en submarino no me habría quedado más estupefacto.
- ¿Correr?
- Ajá. Seguro que con lo bien que te mantienes debes hacer deporte a menudo, ¿eh? -y me dio un amistoso puñetazo en el antebrazo que me hizo ver las estrellas- Yo suelo ir a eso de las nueve todas las noches y troto una hora por el Parque Líneal. Si te apetece, te veo allí, en la fuente del principio, ¿vale?
-...bueno, vale...no estoy en tan buena forma como parece, pero me vendrá bien sudar un rato.
- Genial. Nos vemos luego entonces...
Le observé marcharse con mirada soñadora y solo unos segundos después reparé en el rubito que seguía allí mirando.
- ¿Y qué hay de mi? -preguntó-.
Ahora sí dejé libertad a la fulana que hay en mi y siseé:
- Tu reza porque no te encuentre otra noche en el Bora-Bora porque te voy a poner el culo como un bebedero de patos, ¿okey?
No sé si el gesto que compuso fue de pánico o de ilusionada esperanza, pero aún así tuvo la desfachatez de preguntar:
- ¿Y el agua quien la paga?
- Espero que invite la casa. Por los servicios prestados, monin.
Me fui de allí con mi cabeza llena de preguntas: ¿que buscaba Ale llevándome a sudar a un parque más bien oscuro y solitario que yo conocía perfectamente como zona de ligoteo lúgubre nocturno?... ¿qué quiso decir la zorra de su esposa con lo de los puntos en común por mi afición a las pelucas y las salchichas?...¿se estaría yendo mi identidad secreta al carajo y se me veía más el plumero que a las avestruces pasto del microburger?...pero lo que era más importante: ¿habría una posibilidad de follarme al bollazo de mi jefe?
No sabía aún que los interrogantes solo acababan de empezar a formularse...

Aludidos ilustres:

jueves, 13 de enero de 2011

2 - Una mañana como las demas pero no del todo


7:30 A.M
Observación importante para aspirantes a dobles vidas: Si tu identidad secreta no incluye tremendos superpoderes, es extremadamente jodido pasarse la noche zorreando por ahí y levantarse con el sol para ir a tu trabajo, a ese trabajo con el que costear pintalabios y pelucones. Cuando suena el despertador, cada mañana puntualmente, echo pestes y me prometo a mi mismo que se acabó el desdoblamiento de personalidad, que a partir de ese mismo momento me dedicaré a trabajar de día y dormir de noche como hace el resto de la gente normal. Y aquella mañana no fue una excepción, incluso podría decirse que mis propósitos eran más firmes que otras ocasiones porque Paco el pincha tuvo que invertir tres cuartos de hora y un paquete de margarina para engrasar mi culo lo bastante como para poder sacarlo del  lavabo. A eso hubo que añadirle otra media hora que empleé en casa en frotármelo con lavavajillas para sacar de mis nalgas ese olorcillo a tostadas del desayuno, con lo cual, cuando por fin posé la mejilla en la almohada me quedaban poco más de dos horas de sueño.
Por fortuna algún superpoder sí debo tener porque reuní fuerzas para ducharme, afeitarme, alicatarme un poco la jeta con mi gel refraichissant et revitalisant pour homme, mi ampollita restructure contoure des yeux y rematar con un golpe de l'eau de sanglier, perfumazo de alto standing para machos muy machos que deseen dejar un rastro de feromona "que perturbe la tranquilidad de los chochetes a su paso", como insinuó el astuto vendedor al que se la compré, ajeno sin duda a lo cardiaco que me estaba poniendo su culazo.
Cuando salí por la puerta con mi traje de "El Perfecto Oficinista", me preocupé porque de puro guapo casi rompía hasta mi anonimato protector...
8:45
Accedí a la oficina quince minutos tarde tras una pasada de veinte minutos por un autobus abarrotado y diez minutos de carrera bajo una gélida lluvia de invierno, con mi puesta a punto matutina hecha unos zorros. Por suerte, siempre escondo en el fondo de mi maletín dos trucos de "super-girl": mi loción mágica "Instant wake for busy men" gracias a la cual puedes pasar una hora con la nariz metida en un trasero como un gorrino buscando trufas pero, ah, un toque de "Instant wake" y tu tez luce fresca y perfecta. Y el numero dos, una diminuta muestra de "Eau du Furet" que siempre llevo para casos de emergencia cuando estoy PLENAMENTE convencido de que mi fragancia masculina me ha abandonado. Me pulvericé la nuez un instante antes de entrar al ascensor que me lleva a la planta séptima, observando consternado ante los ojos de alarma de mis compañeros de trayecto a las alturas que l'eau de sanglier no debía de haberme abandonado del todo y se encontraba haciendo una peligrosa reacción con el "furet".
Apenas desembarqué en mi planta -entre suspiros de alivio de los que seguían más arriba- me di de bruces con Vicky, la maliciosa secretaria de personal de la que ya hablé en su momento. Vicky es pelirroja y supongo que, utilizando los parámetros del varón medio hetero con el que mi identidad diurna me obliga a codearme, puede considerarse en la categoría de "bastante follable". Esa mañana,antes de abrir la boca me olfateó y sus pecas palidecieron hasta desaparecer, pero aún así encontró fuerzas para el ataque:
- Vaya. Cuando una vez mi madre encontró un ratón muerto en la despensa al volver de vacaciones olía más o menos parecido, ha-ha-ha -rió aunque con cara de no encontrarse muy bien-...es broma, por supuesto...huy-huy-huy, donde habrá pasado la noche nuestro chico misterioso, porque hoy aparte de ese olor...penetrante...tienes un careto pésimo...
Acercó con evidente esfuerzo su nariz respingona a mi cara y compuso un gesto de coqueto asombro.
- Cielos, ¿qué tienes...aquí, bajo los párpados?...¿puede ser PURPURINA?
Mierda. Se ve que en la ducha no froté con bastante fuerza como para retirar el "Duo EyeShadow" de Max Factor que anoche me parecía tan glamouroso.
- No sé de qué hablas, Vicky bonita. Llego tarde y seguro que ya tengo curro, perdona...
- ¡Vamos, vamos! Tienes purpurina, y no creo que sea de colocar los adornos navideños porque estamos en Febrero. Mari Euge, bonita, míralo tú -exclamó llamando a su acólita, una pequeñez con gafitas tan-pero tan-anodina que a veces sospecho si no será solo una máscara, que tenga también como yo identidad secreta nocturna y se vestirá de Capitán América o algo así- ¿no le ves brillitos aquí y aquí también?
MariEuge compuso al aproximarse un gesto de franca repugnancia que logró hacerme preocupar en serio por mi aroma corporal dado que ella no acostumbra a mostrar ningún tipo de reacción ante nada. Creo que si mañana nos notificasen que la Tierra iba a estallar por la colisión contra un aerolito gigante MariEuge miraría desde detrás de sus gafitas y diría con su voz de rana: "entonces ¿ya no tengo que hacer esas fotocopias?".
- Yo no veo nada -dijo ahora intentando poner distancia- Perdona Victoria pero tengo que bajar todos estos informes a la sexta.
- Ya, ya, los informes -gruñó Vicky mirándome con el ceño fruncido-...de todos modos no te vayas, guapo. Tengo una  buena noticia: la semana que viene vamos a dar un coctel-homenaje a Avelino de la cuarta y Conchi de la quinta que hacen 25 años en la empresa y, ¡adivina a quien he propuesto para que lea el discursito inicial!...¡a ti!
- ¿a mi?...imposible...
-...sísísí. Se lo he dicho a Alejandro y está encantado con la idea, de hecho está convencido ya de que tienes que ser TU, y me ha encargado que te prepare lo que tienes que decir -compuso una mueca francamente pérfida antes de añadir-...no es ab-so-lu-ta-men-te genial?
Alejandro es mi jefe, el jefe supremo, un tipo de mi edad con unos ojazos verdes y una sonrisa deslumbrante que creo fueron atributos valorados a la hora de darle el cargo porque cuando te mira así, eres capaz de hacer cualquier cosa que te pida y además hacerlo bien para no padecer viendo una mueca de decepción en esa boca perfecta. Pero esta vez no le iban a servir sus dotes de seducción porque una de las tres cosas que más detesto en el mundo ( junto con las coles de bruselas y que me metan objetos inanimados con funcionamiento a pilas por el trasero ) es hablar en público y no estaba dispuesto a pasar por el trago para darle un alegrón a la zorra de la Vicky. Así que me planté con los brazos cruzados y le respondí con firmeza:
- Ni hablar. Puedes decirle a Ale que se busque a otro, porque yo, lo que soy yo, no pienso hablar delante de toda la plantilla ni por todo el...
10:45
-¿Entonces cuento contigo? Que genial -dijo Ale con una sonrisa cálida que había licuefactado mis calzoncillos en una décima de segundo- Me apetece mucho que seas tú, Vicky ha tenido una estupenda idea.
Mordí mi lengua para no contarle la fulana de primera categoría que tenía contratada en la sección de recursos humanos, de hecho intenté buscar el breve pero convincente alegato que tenía preparado para justificar porqué no podía leer el discurso-homenaje ( algo que incluía a mi madre enferma, la cual lejos de estar enferma pasa diez de los doce meses del año en la costa saltando de plan en plan del inserso ), pero sólo me salió una sonrisita de jilipollas como siempre que estoy delante del Ale. Invoqué mis poderes de super-girl nocturna buscando una excusa ingeniosa que soltar, pero la sonrisa de jilipollas prevaleció y tan solo me angustié pensando si a su delicada pituitaria llegaría, atravesando la enorme mesa de despacho, la nefasta combinación "sanglier-furet" que me llevaba condenado toda la mañana al ostracismo y al abandono social. No fue así, pues tras contemplar durante largos segundos con cierta curiosidad mis sudores y convulsiones ajeno a mi lucha interior, añadió:
- Escucha, hoy voy a almorzar con Elizabeth, ¿porqué no te vienes? Siempre me está diciendo que porqué no le presento compañeros del trabajo pero desde mi posición es complicado establecer una relación al margen de lo estrictamente laboral, ya te imaginas. En cambio contigo, no sé. Me parece distinto. ¿Que opinas?
Elizabeth es una rubia australiana con al menos veinticuatro dientes más que la media humana que cuando entra en la oficina a visitar a su Alejandro mira a todos lados a unos y a otros como si el local sufriese de pronto una invasión de cucarachas, es decir, dudo sobremanera que en sus ratos de intimidad le tire de los pelillos del sobaco jugueteando mientras le pregunta porqué no hace amiguitos en la empresa. De hecho creo que disfruta enormemente con ese abismo que separa a ella y a su Alejandro del resto de las cucarachas, lo cual encadena una pregunta que no sé si es lógica o si nada más me la susurra al oido mi corazón de vampiresa nocturna: ¿que mosca le pica al Ale para querer quedar conmigo a almorzar, cuando estoy convencido de que si no me han despedido ya es porque han olvidado que estoy dentro de la plantilla?
Le dediqué mi parpadeo de vaca-suiza-sesteando-sobre-el-prado respondiendo:
- Segá un placeggg...
...luego corrí al lavabo buscando un varón vigoroso que me hiciera esa maniobra de Heimlich que se utiliza cuando uno se atraganta con algo para desatascar de mi tracto respiratorio el chicle que se alojó en una posición incómoda con tanta emoción desbordada y loca...

lunes, 10 de enero de 2011

1 - Un chic@ de provincias y un romance inesperado











Me llamo Angel, y me va la marcha.
Venga, puedo decirlo más alto pero no más claro. Me va el mambo, el rollo, los sitios de ambiente, menear el pandero para que los chicos me vean y, si alguno muerde el anzuelo, dejarnos llevar por los instintos en el servicio de caballeros. O en el de chicas, si el de tíos tiene cola como suele suceder.
Esta declaración de principios no debe sonar frívola pues para mi, propietario de este cuerpo loco en una ciudad pequeña, me lleva aparejada toda una actitud ante la vida porque, no hace falta decirlo, los chicos malos enseguida nos hacemos visibles en este entorno provinciano en el que me toca vivir. De ahí que, al igual que Superman de día es un chico con gafas y cara de memo que no evidencia para nada su afición a las mallas ajustadas y el pelo engominado, pues yo de día soy un anodino rostro pálido en una amarillenta oficina, tan anodino que si me quedo quieto junto al ficus hay quien tiene problemas en discernir quien es quien. Pero cuando llego a casa...tachán. Me pongo el pelucón rubio, los zapatones de plataforma, una dosis de pintura que bien puede subsanar los defectos de chapa del acorazado Potemkim y ¡hala!, a beber chupitos y menear el esqueleto a la espera de que llegue algún pardillo a quien, en un momento dado, enseñarle el tiburón.
Ok, ok, no doy el pego para nada porque mi sobrado metro-ochenta y mi barba cerrada no aportan femineidad ninguna a mis maneras, pero chico, no lo sé, quizás es esa mirada mía a las 4 de la mañana de perro San Bernardo tras haberse bebido esa barrica de coñac que les cuelga del pescuezo, o será el desparpajo de new-york-girl con el que coloco mis pantorrillas peludas encima de la barra; sea lo que sea el caso es que triunfo y, cuando asoma el susodicho tiburón, las caras son más de alivio que de la decepción que sentirían si lo que hubiese bajo el panty fuese un chochete pelón sin más historia ni contratiempo. Que a veces me da por el rollo macho-man, y me planto la chupa de cuero y las gafas de sol que me dan un aire muy kevincostner y triunfo igual pero no sé, me da morbete lo de arremangarme la falda y poner a cuatro patas al chavalote de turno. Es como la comida de los chinos, cosa de contrastes y tal.
Vale, a veces he pillado con algun pardillo que igual se pensaba que estaba con una de esas centroeuropeas tan altas y tan macizorras que tanto confunden al género masculino ( por la parte que me toca , y cuando ha visto que yo de polaca nada ha salido por patas,  pero he de decir que en una escala del 1 al 100, el índice de tipos que "me han dejao en el abandono" como dice la canción ha sido de un mísero 2 o 3 por ciento. Porque me va la marcha, ya lo he dicho, y como decía un novio mío que era muy saleroso y muy apañao, tanto me da la jota que el bolero, y siempre termino encontrando la forma de ponernos de acuerdo para tener un asuntito. Así que, en el momento en que todo comenzó, se podría decir que yo ya había pasado por todo y no había nada que me sorprendiera. No es que estuviese desengañado de la vida, no, porque a pesar de los tiros que llevo ya pegados pues todavía me embarga la emoción cuando el macho de turno coloca los pulgares en el elástico de sus calzoncillos y me presenta una polla nueva y desconocida...
...¿que?...oh, no, desagradecido en absoluto, me emociona la novedad pero cuando un cacharro me ha hecho pasar un buen rato, saludo el reencuentro con la intensidad que se merece. Porque en un sitio no demasiado grande como este, llega un momento en que parece que uno ya ha visto todas las pollas y mientras aguardas el verano y los turistas en busca de experiencias nuevas, hay que mantener la agenda y los contactos.
Hasta aquí, este es mi decálogo ( si es que salieron diez puntos ) de normas para la vida, las que yo acataba para seguir disfrutando cada minuto y no mustiarme como un geranio al que han puesto en un rincón demasiado oscuro. Pero mi historia no es sobre todo lo que pasó antes, mi historia empieza en el momento en que mi pacífica y promiscua realidad se fue al garete.Y es que la vida es muy perra, y por muy agradecido y muy satisfecho que se encuentre uno con ella, al final siempre termina por darte un zarandeo, no sé si para que valores lo que en su momento tienes o porque le jode un poco el que la gente esté feliz con lo que tiene sin pedirle nada a nadie...
Así que ahí me encontraba yo una madrugada en el servicio de caballeros, con los pelos alborotados y el rimmel de ojos en plan mapache tras haberle hecho a un gordito veinteañero creo que la mamada de su vida (es lo que tienen las mamadas, que son fatales para el makeup ), pensando que me quedaban tres horas para ir a casa, echar una siesta y presentarme en la oficina en donde Vicky, la secretaria de personal que es una zorra de cuidado, me diría lo de "huy-huy-huy-como te perjudicas tú, a saber lo que haces por ahí con esa cara de panolis que tienes"...Vicky es a mi lo que Louis Lane a Superman, la única cotilla que amenaza con descubrir mi identidad secreta y la verdad, me tiene frito...
 Cuando el gordito y yo nos habíamos metido en el WC, el garito en que me encontraba ( un antro llamado "Bora-Bora" que sin lugar a dudas ha conocido mejores tiempos ) estaba casi vacío, por lo cual era el momento adecuado para que una chica decente volviera a su casa porque la noche había dado de sí todo lo que tenía que ofrecer. O eso pensaba yo, tonto de mi.
Dejé la peluca en el lavabo y cuando empecé a lavarme la cara planeando una retirada digna, reparé en que había alguien más allí conmigo, de esa forma en que uno se da cuenta de que no está solo en los sitios aunque no haya nadie a la vista. Y, mi ciudad no es peligrosa de la forma en que lo son hoy en día las grandes ciudades, pero mi experiencia nocturna me ha enseñado que pirados los hay en todas partes y en cualquier lugar, de manera que agarré mi lima de uñas y me volví hacia la penumbra que había a mi espalda exclamando:
- Vale, sal de ahí si no quieres que te clave esto en los huevos.
Se escuchó una risa suave y el desconocido dio un paso al frente saliendo de la oscuridad y quedando bajo una leve claridad que le dejaba el rostro en penumbra.
- Estás mucho más guapo sin peluca -contestó con una voz ronca y suave que en otras condiciones me tendría ya con las medias en los tobillos- ¿porqué te la pones?
"Vaya noche de triunfos, quien diría que es miércoles" me dije más relajado antes de responder.
- Porque es divertido. Y tu, ¿porqué te escondes en los retretes a espiar a la concurrencia? ¿porque es divertido?
- Tú eres divertido -y dando un paso más, que aún no me permitió ver su rostro pero sí un organismo bastante más apetecible que todo lo que me había follado los tres meses pasados, tendió la mano y se presentó- Soy Luke.
- ¿Luke? ¿como Luke Skywalker?-cacareé- Y en que lugar me deja eso a mi, ¿en la princesa Leia o el Chewbacca?
Me pasó la yema del dedo por el pecho velludo y susurró:
- Me decanto por el Chewbacca.
Me hizo reir, el muy travieso, y logró relajarme lo justo como para poner el culo en el lavabo y quedar ligeramente despatarrado en esa postura que sé muestra a la concurrencia todo el paquetorro, postura que solo adopto cuando estoy muy-muy relajado.
- Bien, Luke, a mi de aquella movida solo me ponía el Han Solo, pero si quieres podemos montarnos aquí mano a mano nuestra particular guerra de las galaxias -le dije porque cuando me pongo cachondo me sale la vena artística y me arranco por donde haga falta- ¿Has traido la espadita esa fosforescente?
Luke colocó sus caderas entre mis muslos y presionó su bragueta contra mi metome-en-todo susurrándome en la oreja:
- Preferiría ver tu espada, Chewbacca...
Una de las ventajas de mi disfraz de fulana es que en un plis-plas me arremangan la falda en el sobaquillo y quedo operativo para toda maniobra. Luke, chico avispado, captó en un momento la estrategia del asunto y en eso, en un plis-plas me tuvo a su merced con el trasero tan encajonado en el lavabo que aunque hubiera querido resistirme tendría que haber pedido ayuda a mi partenaire para salir del atolladero. Quien nunca haya metido el culo en un sitio así no puede entender la situación.
El muchacho colocó la punta de su lengua en el hueco que hay en mi cuello justo debajo de la nuez y poco a poco empezó a descender al ritmo de un bolerazo que se estaba cascando Paco el pincha allá en el bar, señal inequívoca de que el chiringuito estaba a punto de cerrar.
"ya el jilguero se alejó
de aquel frondoso algarrobo..."
Al llegar al ombligo, tales eran los virtuosismos que Luke había hecho con labios y dedos por los aledaños, que la espada de Chewbacca estaba a punto de explotar.
"veen sitiera por favor
ven conmigo a mi retiro
y gozaremos del amor
al son del tiple y el guiro"
- luke...lu-lu-lu-luke, para un poco porque es que si sigues por ahí yo me voy a-me voy a-me voy a...
Apenas Luke colocó sus labios en la punta del tiburón, aquello explotó por los cuatro costados ( y no pudo decir que yo no le había avisado), dejándome con las pantorrillas tiesas temblorosas y medio palmo de lengua fuera.
- AAAAAH, pero virgendelsantoremedio, Luke muchacho, quien te enseñó a hacer esas cosas con el pico...
Sorpresa. Luke ya no estaba entre mis muslos, se estaba retirando de nuevo hacia la oscuridad.
- Te veo pronto Chewbacca -le oí susurrar con lo que parecía el conato de una sonrisa-.
- ¡Espera!...¡eh, chaval!...coño, no que puedo salir de aquí solo...¡PAAACOOOO, APAGA LA MUSICA Y VEN A SACARME, CARAYYYYY!
A partir de ahí, el resto fue leyenda.

Continuará

Aludidos ilustres: