jueves, 13 de enero de 2011

2 - Una mañana como las demas pero no del todo


7:30 A.M
Observación importante para aspirantes a dobles vidas: Si tu identidad secreta no incluye tremendos superpoderes, es extremadamente jodido pasarse la noche zorreando por ahí y levantarse con el sol para ir a tu trabajo, a ese trabajo con el que costear pintalabios y pelucones. Cuando suena el despertador, cada mañana puntualmente, echo pestes y me prometo a mi mismo que se acabó el desdoblamiento de personalidad, que a partir de ese mismo momento me dedicaré a trabajar de día y dormir de noche como hace el resto de la gente normal. Y aquella mañana no fue una excepción, incluso podría decirse que mis propósitos eran más firmes que otras ocasiones porque Paco el pincha tuvo que invertir tres cuartos de hora y un paquete de margarina para engrasar mi culo lo bastante como para poder sacarlo del  lavabo. A eso hubo que añadirle otra media hora que empleé en casa en frotármelo con lavavajillas para sacar de mis nalgas ese olorcillo a tostadas del desayuno, con lo cual, cuando por fin posé la mejilla en la almohada me quedaban poco más de dos horas de sueño.
Por fortuna algún superpoder sí debo tener porque reuní fuerzas para ducharme, afeitarme, alicatarme un poco la jeta con mi gel refraichissant et revitalisant pour homme, mi ampollita restructure contoure des yeux y rematar con un golpe de l'eau de sanglier, perfumazo de alto standing para machos muy machos que deseen dejar un rastro de feromona "que perturbe la tranquilidad de los chochetes a su paso", como insinuó el astuto vendedor al que se la compré, ajeno sin duda a lo cardiaco que me estaba poniendo su culazo.
Cuando salí por la puerta con mi traje de "El Perfecto Oficinista", me preocupé porque de puro guapo casi rompía hasta mi anonimato protector...
8:45
Accedí a la oficina quince minutos tarde tras una pasada de veinte minutos por un autobus abarrotado y diez minutos de carrera bajo una gélida lluvia de invierno, con mi puesta a punto matutina hecha unos zorros. Por suerte, siempre escondo en el fondo de mi maletín dos trucos de "super-girl": mi loción mágica "Instant wake for busy men" gracias a la cual puedes pasar una hora con la nariz metida en un trasero como un gorrino buscando trufas pero, ah, un toque de "Instant wake" y tu tez luce fresca y perfecta. Y el numero dos, una diminuta muestra de "Eau du Furet" que siempre llevo para casos de emergencia cuando estoy PLENAMENTE convencido de que mi fragancia masculina me ha abandonado. Me pulvericé la nuez un instante antes de entrar al ascensor que me lleva a la planta séptima, observando consternado ante los ojos de alarma de mis compañeros de trayecto a las alturas que l'eau de sanglier no debía de haberme abandonado del todo y se encontraba haciendo una peligrosa reacción con el "furet".
Apenas desembarqué en mi planta -entre suspiros de alivio de los que seguían más arriba- me di de bruces con Vicky, la maliciosa secretaria de personal de la que ya hablé en su momento. Vicky es pelirroja y supongo que, utilizando los parámetros del varón medio hetero con el que mi identidad diurna me obliga a codearme, puede considerarse en la categoría de "bastante follable". Esa mañana,antes de abrir la boca me olfateó y sus pecas palidecieron hasta desaparecer, pero aún así encontró fuerzas para el ataque:
- Vaya. Cuando una vez mi madre encontró un ratón muerto en la despensa al volver de vacaciones olía más o menos parecido, ha-ha-ha -rió aunque con cara de no encontrarse muy bien-...es broma, por supuesto...huy-huy-huy, donde habrá pasado la noche nuestro chico misterioso, porque hoy aparte de ese olor...penetrante...tienes un careto pésimo...
Acercó con evidente esfuerzo su nariz respingona a mi cara y compuso un gesto de coqueto asombro.
- Cielos, ¿qué tienes...aquí, bajo los párpados?...¿puede ser PURPURINA?
Mierda. Se ve que en la ducha no froté con bastante fuerza como para retirar el "Duo EyeShadow" de Max Factor que anoche me parecía tan glamouroso.
- No sé de qué hablas, Vicky bonita. Llego tarde y seguro que ya tengo curro, perdona...
- ¡Vamos, vamos! Tienes purpurina, y no creo que sea de colocar los adornos navideños porque estamos en Febrero. Mari Euge, bonita, míralo tú -exclamó llamando a su acólita, una pequeñez con gafitas tan-pero tan-anodina que a veces sospecho si no será solo una máscara, que tenga también como yo identidad secreta nocturna y se vestirá de Capitán América o algo así- ¿no le ves brillitos aquí y aquí también?
MariEuge compuso al aproximarse un gesto de franca repugnancia que logró hacerme preocupar en serio por mi aroma corporal dado que ella no acostumbra a mostrar ningún tipo de reacción ante nada. Creo que si mañana nos notificasen que la Tierra iba a estallar por la colisión contra un aerolito gigante MariEuge miraría desde detrás de sus gafitas y diría con su voz de rana: "entonces ¿ya no tengo que hacer esas fotocopias?".
- Yo no veo nada -dijo ahora intentando poner distancia- Perdona Victoria pero tengo que bajar todos estos informes a la sexta.
- Ya, ya, los informes -gruñó Vicky mirándome con el ceño fruncido-...de todos modos no te vayas, guapo. Tengo una  buena noticia: la semana que viene vamos a dar un coctel-homenaje a Avelino de la cuarta y Conchi de la quinta que hacen 25 años en la empresa y, ¡adivina a quien he propuesto para que lea el discursito inicial!...¡a ti!
- ¿a mi?...imposible...
-...sísísí. Se lo he dicho a Alejandro y está encantado con la idea, de hecho está convencido ya de que tienes que ser TU, y me ha encargado que te prepare lo que tienes que decir -compuso una mueca francamente pérfida antes de añadir-...no es ab-so-lu-ta-men-te genial?
Alejandro es mi jefe, el jefe supremo, un tipo de mi edad con unos ojazos verdes y una sonrisa deslumbrante que creo fueron atributos valorados a la hora de darle el cargo porque cuando te mira así, eres capaz de hacer cualquier cosa que te pida y además hacerlo bien para no padecer viendo una mueca de decepción en esa boca perfecta. Pero esta vez no le iban a servir sus dotes de seducción porque una de las tres cosas que más detesto en el mundo ( junto con las coles de bruselas y que me metan objetos inanimados con funcionamiento a pilas por el trasero ) es hablar en público y no estaba dispuesto a pasar por el trago para darle un alegrón a la zorra de la Vicky. Así que me planté con los brazos cruzados y le respondí con firmeza:
- Ni hablar. Puedes decirle a Ale que se busque a otro, porque yo, lo que soy yo, no pienso hablar delante de toda la plantilla ni por todo el...
10:45
-¿Entonces cuento contigo? Que genial -dijo Ale con una sonrisa cálida que había licuefactado mis calzoncillos en una décima de segundo- Me apetece mucho que seas tú, Vicky ha tenido una estupenda idea.
Mordí mi lengua para no contarle la fulana de primera categoría que tenía contratada en la sección de recursos humanos, de hecho intenté buscar el breve pero convincente alegato que tenía preparado para justificar porqué no podía leer el discurso-homenaje ( algo que incluía a mi madre enferma, la cual lejos de estar enferma pasa diez de los doce meses del año en la costa saltando de plan en plan del inserso ), pero sólo me salió una sonrisita de jilipollas como siempre que estoy delante del Ale. Invoqué mis poderes de super-girl nocturna buscando una excusa ingeniosa que soltar, pero la sonrisa de jilipollas prevaleció y tan solo me angustié pensando si a su delicada pituitaria llegaría, atravesando la enorme mesa de despacho, la nefasta combinación "sanglier-furet" que me llevaba condenado toda la mañana al ostracismo y al abandono social. No fue así, pues tras contemplar durante largos segundos con cierta curiosidad mis sudores y convulsiones ajeno a mi lucha interior, añadió:
- Escucha, hoy voy a almorzar con Elizabeth, ¿porqué no te vienes? Siempre me está diciendo que porqué no le presento compañeros del trabajo pero desde mi posición es complicado establecer una relación al margen de lo estrictamente laboral, ya te imaginas. En cambio contigo, no sé. Me parece distinto. ¿Que opinas?
Elizabeth es una rubia australiana con al menos veinticuatro dientes más que la media humana que cuando entra en la oficina a visitar a su Alejandro mira a todos lados a unos y a otros como si el local sufriese de pronto una invasión de cucarachas, es decir, dudo sobremanera que en sus ratos de intimidad le tire de los pelillos del sobaco jugueteando mientras le pregunta porqué no hace amiguitos en la empresa. De hecho creo que disfruta enormemente con ese abismo que separa a ella y a su Alejandro del resto de las cucarachas, lo cual encadena una pregunta que no sé si es lógica o si nada más me la susurra al oido mi corazón de vampiresa nocturna: ¿que mosca le pica al Ale para querer quedar conmigo a almorzar, cuando estoy convencido de que si no me han despedido ya es porque han olvidado que estoy dentro de la plantilla?
Le dediqué mi parpadeo de vaca-suiza-sesteando-sobre-el-prado respondiendo:
- Segá un placeggg...
...luego corrí al lavabo buscando un varón vigoroso que me hiciera esa maniobra de Heimlich que se utiliza cuando uno se atraganta con algo para desatascar de mi tracto respiratorio el chicle que se alojó en una posición incómoda con tanta emoción desbordada y loca...

No hay comentarios:

Publicar un comentario